Búho chico (Asio otus)
El más silencioso y retraído de nuestros búhos es también uno de los peor conocidos. De hábitos estrictamente nocturnos y más bien forestales, se
trata de una especie ampliamente repartida por nuestro territorio, aunque con desiguales densidades. Durante el invierno recibimos un importante
contingente de aves procedentes de altas latitudes del continente europeo que, olvidando su carácter habitualmente esquivo y solitario, suelen agruparse en concurridos dormideros.
Clasificación
Orden: Strigiformes
Familia: Strigidae
Longitud
31-37 cm
Envergadura
86-98 cm
Identificación
El búho chico, de aspecto estilizado y elegante, luce un abigarrado plumaje de tonos ocres, leonados y pardorrojizos, finamente decorados por punteados y por suaves listas que lo mimetizan perfectamente con el boscoso medio que frecuenta. Como otras rapaces nocturnas, presenta una cabeza redondeada y rematada por “orejas” (penachos cefálicos), que en este caso son particularmente largos y móviles, y que sirven tanto para descomponer la silueta del ave como para indicar excitación o miedo. En la cara de este búho destaca vivamente un ribete de plumas blancas en forma de x que enmarca el pico y los ojos, de un bello color anaranjado (
).
Los jóvenes ostentan un diseño de plumaje muy semejante, aunque mucho menos contrastado que los adultos.
Cuando alza el vuelo, ondulante, tranquilo y silencioso, esta rapaz nocturna descubre sus largas y estrechas alas, adaptadas a la caza en las lindes y los calveros del bosque (
).
Canto
El búho chico es, probablemente, la más discreta y silenciosa de nuestras rapaces nocturnas y, aunque posee una considerable gama de vocalizaciones, hace gala durante la mayor parte del año de un carácter sumamente sigiloso. El canto del macho consiste en un profundo y melancólico ululato, repetido cada 2-2,5 segundos y parecido al del búho real, pero más rápido y menos rotundo. La hembra tiene un canto más agudo, áspero y nasal. La voz de alarma es un raspante ruack-ruack.